martes, marzo 31

BAFICI 09 : Día 4

Primera deserción: “El brau Blau”. No contaba con lo costoso que es dirigirse hacia Capital un domingo al atardecer. Pero valió la pena el viaje para ver la segunda película comentada.

Z32

Son varios los puntos en falso de esta película. Avi Mograbi realiza este documental basado en el recuerdo de un ex soldado israelí que cuenta sus experiencias en el ejército, al frente del conflicto armado con Palestina. Se huele demasiado la búsqueda por hacer del relato una puesta en escena novedosa. De todas formas, es interesante el paralelismo hecho entre el descubrimiento del rostro de este muchacho y los detalles de la historia narrada. Mientras más conocemos la cara del ex militar, más elementos escabrosos salen a la luz. El problema reside en que todo encaja en esta historia.

El director y la novia del muchacho interrogan al joven israelí y las preguntas inquisidoras provocan un poco de culpa otro poco de justificación. Por otra parte, sí es interesante la frialdad del joven combatiente con la cual cuenta sus crímenes.

No es culpa del filme, pero son pocas las motivaciones que puede causar un documental en el cual la trama ronda sobre las terribles consecuencias que la guerra provoca. Para colmo, las apariciones en escena del director son una puesta más en falso en el intento de construir un archivo audiovisual original, con elementos ya utilizados.

La Nana

Uno de los mejores filmes que vi, junto con “Gigante” y “Beeswax”. “La nana” es un relato sobre una mucama (cama-adentro) que lleva muchos años trabajando en la casa de una familia de clase alta y entra en una crisis física y espiritual.

El filme acierta en dos puntos fundamentales. Por un lado, es un mirada profunda sobre la influencia y poder que una empleada doméstica puede ganar en una casa, tras 30 años de servicios. La relación con los chicos, el desprecio a otras empleadas y las fobias que provoca un encierro eterno, son algunas de las emociones que, a pesar de su carácter rígido, la mucama emite. Su vida está irremediablemente atada a la de la familia que la emplea. No hay un exterior. Sus parientes están desperdigados por lugares desconocidos. Es por ello que la nana refuerza su personalidad ante la debacle psicológica y un posible final de sus labores.

Debido a lo tosco del personaje, hay escenas cómicas. Quizás no tantas cómo para reírse gran parte del filme. Pareciera que algunos espectadores no lo creyeron así y entendieron al relato como un paso de comedia.

Por otra parte, el director, Sebastián Silva, pareciera haber querido darle un nuevo matiz a la palabra "esclavitud". Quizás sea una idea alejada de las intenciones del autor, pero, en La Nana, se vislumbra una especie de servidumbre positiva, en la cual una burguesía tiene a una esclava para las tareas del hogar y cuidado de los niños, pero eso sí, con un trato más que cordial, preocupándose por ella. Como si se estuviese lavando culpas. Mientras tanto, la nana regala su libertad por un bienestar (en decadencia) que, quizás, no podría conseguir en otra parte.

BAFICI 09 : Día 3

Ocurrieron dos situaciones similares en este día. Ambas marcadas por la estupidez de elite. En “Pizza in Auschwitz”, filme israelí con subtítulos “pegados” en inglés y agregados en español, tuve un pequeño entredicho. Promediando el cuarto de hora de la película se produjeron desperfectos con los subs en español. El público comenzó a silbar, aplaudir, pedir por los subtítulos. Una señora al lado mío, quien anteriormente se quejaba a viva voz sobre la gente que llegaba tarde a la sala, preguntó: “Ahh...pero que sucede. ¿No saben inglés? ¿Así como van a ir a un festival internacional?”. Una persona al lado mío rió. Para mí fue demasiado. De vez en cuando me cruzo con este tipo de gente, pero la verdad es que sigue sorprendiendo su estupidez. Al repetir la frase y tras buscar una respuesta, le fui honesto: “No creo que sea un crimen no saber inglés”. “Bueno...no digo que sea un crimen, pero me parece que (el reclamo por los subs) no es para tanto”, remato la señora.

Más tarde, en la eterna proyección de “Everyone Else”, la cual incluyó una película algo densa de dos horas, más problemas (serios) con los subtítulos en español que provocó un parate de 30 minutos, ocurrió algo parecido. Antes de que el filme se detenga por completo, los subs en español comenzaron a fallar y la gente, obviamente, a quejarse. Eso sí, con algo de timidez. (En mi caso, para ser sincero, estaba más preocupado por dejar de cabecear). De repente, se sintió un sonido torpe y estúpido. Un “shhhh” (o sea, pedido de silencio) vino de un sector de la sala. Otra vez la imbecilidad de elite, que tenían un intelecto desarrollado para entender más de un idioma, pero demasiado pobre para comprender que las películas deben tener un subs con el idioma del país organizador del festival.

Pizza in Auschwitz

Una pena que haya tomado una cerveza antes de ver el filme y no un jugo de naranja, ya que me provocó modorra y luego algo de sueño. Por tal motivo, no pude disfrutar al 100% este documental que es un relato informal y provisto de mucha gracia sobre un tema que a priori uno no sabría cómo tratarlo cómicamente.

Danny Hanoch es sobreviviente de cinco campos de concentración durante la época de Hitler. Su hija se propone filmar un documental recorriendo los lugares en los cuales su padre estuvo y así recordar diversos momentos. Si bien los momentos dramáticos están presentes, no son ellos los actores principales. El filme lo encamina Hanoch, un anciano que toma con mucho humor y valentía las peripecias de un viaje que incluye varios lugares y que comienza a tornarse insoportable para su hija.