Siempre genera atracción una chica que produce canciones, las canta, toca delicadamente el piano y se anticipa al invierno, creando resonancias inestables, que abarcan desde el jazz más oscuro y desolado, hasta otras más livianas y cercanas al universo pop. Se llama Casey Dienel y es oriunda de Boston (EE.UU), y si bien colaboran con su proyecto diversos músicos estadounidenses, ella es el alma máter de White Hinterland, grupo en el cual desarrolla sus diversas composiciones.
Pero “Phylactery Factory” comienza a cambiar de rumbo con “Calliope”, una canción conducida por cuerdas, piano y teclados, pero, principalmente, diseccionada por la voz de Casey Dienel quién canta sobre el límite de la quebrantes. Tanto en “A Beast Washed Ashore”, “Napoleon at Waterloo” y “Hung on a Thin Thread”, la taciturna temática se repite. Es Dienel y su piano entristecido. Es ella y el clishé que significa pasar una tarde gris mirando el paisaje que refleja la ventana. Es ella y una lágrima que recorre por su mejilla.
Cuando el último lamento termina y se piensa en el final de la obra, aparece un track misterioso e hipnótico. La dulce voz de Dienel se diversifica y encuentra una espiritualidad balcánica, gracias a unas trompetas minimalistas y un sonido ambiente que nos remite a otras culturas. Es el final del disco. Y una enigmática energía ha quedado flotando en el aire.
1 comentario:
Como siemrpe notas con frases que inspiran los sentidos..
FLEIZ DIA DEL PERIODISTA YOUTH¡
Sandra
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