El título de este post puede
remitir a dos situaciones. Una, a la trama en la cual se fundamenta el filme
estadounidense. Otra, a la gran decepción que termina resultando esta película
tan aclamada por la mayoría de la crítica.
Más allá de que las opiniones
positivas fueron mayoritarias, hubo quienes optaron por otro camino. Los
motivos fueron diversos, pero hay un elemento bastante discutido en Argo: Se
trata del plano ideológico de la película. Su patrioterismo yanquee que
se siente durante toda la filmación, a pesar de que también haya contados
reparos a la política internacional [golpista y opresora] de parte de los
Estados Unidos hacia países comúnmente llamados
"tercermundistas",
Está claro que Ben Affleck tiene
ciertos condicionamientos propios de la misma historia que eligió narrar. Su objetivo
está en mostrar el inteligente despliegue táctico con el cual se rescatarán a
seis funcionarios norteamericanos de Irán, antes que la Guardia Revolucionaria
los encuentre, ideando para esto, una película falsa dentro del propio terreno
iraní y falsificando identidades [productor, director, guionista, etc...] para
poder regresar a los Estados Unidos. Que se muestre a la población de Irán como
una turba iracunda, incivilizada y sanguinaria, mientras que los diplomáticos
norteamericanos son las únicas víctimas [cuando fueron los mismos quienes
contribuyeron, al menos burocráticamente, a la masacre perpetrada por el ex
líder de facto, puesto a dedo por EE.UU] no es un dato ideológico menor.
Por un lado la "inteligencia superior" de la Cía para llevar a cabo
un plan absurdo, pero posible. Por otro lado el primitivismo oriental que se
funda en la sangre y en la inocencia infantil que hace posible que caigan en la
trampa de la falsa película.
Estos reparos ideológicos existen
y complican la tarea de atenuarlos, para así poder, al menos, dejarse llevar
por la trama de infiltración y posterior escape. No obstante, este no es el
principal problema de Argo. Si bien no lo justifica, la simplificación
discursiva [los buenos y los malos] y el etnocentrismo reinante se hace
bastante difícil de zanjar cuando el foco está puesto en filmar el desenlace de
esta situación histórica. Aflfeck puso la cámara con el objetivo de filmar la
preparación y ejecución del plan de rescate. Hubiese sido una película muy
extensa [o mejor aún, hubiese sido otra pelícuila] si el director de Argo
habría desarrollado de manera menos superficial lo que atañe a la política
exterior estadounidense o incluso a la propia revolución iraní.
De esta forma, criticando su
costado ideológico [aunque entendiendo que el objeto del filme lo condiciona] llegamos
al mayor obstáculo. Y el conflicto es que la película ganadora del Oscar se
trata, lisa y llanamente, de una obra que no sorprende, que no genera empatía alguna.
En otras palabras, una película que ya se ha visto miles de veces. Burócratas
trabajando por el bien de la nación y tomando decisiones heroicas, la
construcción de falsas identidades con sus consecuentes dificultades, el drama
de poder ser reconocido por la Guardia Revolucionaria iraní, una historia torpe
sobre la relación entre padre e hijo y un final típico de último momento, en el
cual todas las piezas se acomodan "sobre la hora", para así lograr el
objetivo de rescate.