White Hinterland pasó de la caótica y desesperada mezcla de jazz y folk de “Phylactery Factory” a un disco místico no sólo por su nombre [una alusión al tiempo “atemporal”] sino por las canciones que lo componen. La artista estadounidense ha elegido estacionar su voz dentro de melodías reflexivas, con alguna evocación al soul, pero claro está, desde una perspectiva más bien idealista, con la voz de Hinterland sumida en una concentración espiritual.
La liberación mental dura 40 minutos. No obstante, al escuchar “Kairos” uno pierde la noción del tiempo. Es aquí cuando nos damos cuenta de que el título del disco tiene mucha relación con su contenido.
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