lunes, octubre 8

Nunca Taxi

Pocas son las oportunidades en las cuales tomo un taxi. Para ser más exacto, estas situaciones se producen cuando el colegio para el cual trabajo tiene la caridad de enviarme a realizar trámites en dicho transporte. Personalmente, soy reacio a este medio por cuestiones económicas (me impresiona que por el sólo hecho de sentarme, ya me cobren $2 y monedas….aunque tampoco sé cuál sería el justo valor para mi movimiento de “abrir la puerta + sentarme + decir a donde quiero ir). También forma parte de mi rechazo la “obligada” charla con el conductor… Sus comentarios fascistas y machistas son contestados con una indiferencia que a veces me gustaría dejar de lado y, así, dar paso a una discusión con la cual intentaría humillarlos por tener semejantes pensamientos. Pero bueno…como dije anteriormente, mis viajes en esos coches de color amarillo y negro son escasos, por ende no tengo el suficiente crédito para describir al joven/viejo taxista medio. Entonces….¿para que diablos este escrito?...Bueno….esta intro sólo me sirve para darle un marco a una pequeña anécdota producida hace unas semanas atrás, en mi último viaje en taxi. Y la razón por la cual escribo estas palabras, es que me impresionó los dichos del señor taxista. Yo, que soy una persona reservada, quizás enfermamente impersonal, fui sobresaltado con la sinceridad de un conductor.

RELATO: Como es de costumbre, la charla que mantenía con el taxista derivó en “lo perra que están las minas hoy en día”. "Que ves cada pendeja que te dan ganas de ´´darle´´ sin importar la edad" (ahí mi aprobación fue un poco más razonable, debido al contexto en el cual yo trabajo), "que están re-zarpadas", etc.…No recuerdo cómo diablos llegó a mencionar que en su tiempo libre él laburaba en un cyber. No entendía absolutamente nada de computadoras, pero el señor tenía un cyber y, sin ningún tipo de pudor, me contaba que ante las dudas de sus clientes, él les reconocía su ignorancia web. “Que ladrón”, pensé por dentro, con ganas de que se me escaparan las palabras hacia “afuera". Más adelante, vuelve a tocar el tema de las teen-agers, y me recalca que hace un buen tiempo está “chateando” con una niña que lo está volviendo loco. Para ser más exacto, el muchacho se estaba quedando hasta altas horas de la madrugada en el cyber en el cual trabaja, “conversando” con una jovencita (17 años). Por ese motivo, estaba durmiendo muy poco y, durante el día, “cabezeaba” a cada rato. Luego de ese comentario que me hizo fijar bien el cinturón de seguridad, el taxista me empezó a relatar, con tristeza, lo ocurrido el día anterior. “Ayer estaba chateando con la nena, y me dice que estaba muy aburrida. Que quería hacer algo. Entonces yo le dije que porque no nos desnudábamos y nos hacíamos una paja cada uno. (desde este momento, seguir mirándolo los ojos fue algo difícil). La mina me dice que ella tiene cámara. Cuando la vi, estaba muy buena….y me pide que yo me muestre. Pero como no entiendo nada de las computadoras, no podía conectar la cámara. Y la mina pensó que no quería mostrarme…y se desconectó”.

Lamento no tener la conversación grabada y reproducir textualmente las frases del señor-taxista. Quizás, de esa forma, hubiese podido transmitir la congoja con la cual el muchacho se refería a la posibilidad fallida del goce que va de lo individual a lo particular (o al revés….depende si empieza en uno y termina en otro….o al revés)….Su lamento fue acompañado por un leve alivio: “Mejor que no aparezca más. Hace dos semanas que no duermo por quedarme toda la madrugada con la mina”. “¿Pudiste arreglar la cámara?”, pregunté con algo de cinismo. “Ya la arreglé. Si se conecta de nuevo, ya estoy preparado”, me responde. Como el msn es un medio que me gusta para dar rienda suelta a las palabras, pero lo odio para tener alguna charla profunda, se me ocurrió preguntarle sobre el paradero de la chica. “Es de San Isidro. Me queda en la loma del orto. Pero ya varias veces la mina me dijo que vaya.” Ante tremenda invitación, yo que no recibo muchas de esas agradables propuestas, le pregunté porqué nunca fue. La respuesta del taxista me llevó a un lugar del cual pensaba que había escapado. Otra vez, con gran soltura y seguridad, el señor me dice: “No…..pero me queda lejísimos….Mirá si voy y no pasa nada. Quizás la mina no le pinte garchar. Para eso me quedo en casa y nos vemos por la cámara, nos pajeamos y me voy a dormir, y listo!". El viaje llegó a su fin, aboné el importe que luego la rectora me pagó y saludé a un señor que no tuvo ningún tipo de problemas en contar algo tan íntimo a un extraño.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

yo siempre pienso que los taxistas son la extension del poeta homero, que van manteniendo y alimentando historias urbanas y cotidianas de esta epoca. Nunca les crei ni una palabra, siempre son demasido bizarras sus historias.
buen post!
saludos

arcadio enterprisse,Bertha Papenheim,Aristides M. Saralegui y mas... dijo...

A mi juicio el tema en este caso no es lo intimo o no intimo de la anecdota...si fuera por eso yo estaria preso por ser la persona mas intimista sin discriminar conocidos de desconocidos de todo el conurbano (aunq suelen ser desconocidos q se interesan en mis historietas)...la cosa tristonga aca pasa por otro lado...por el hecho de que todavia haya entre nosotros gente con una idiosincrasia del siglo xix en pleno siglo xxi...es chocante que todavia encontremos este tipo de boludxs por doquier que en algunos casos se desesperan mas por contar este tipo de vivencias q por vivirlas o disfrutarlas...todavia hay gente que se piensa q es el/la unicx q coje en el mundo...perdon por mi irritacion ante temas afines pero me desespera un poco vivir entre gente como la q mencionas con una cosmovision del mundo tan chata.
cada vez q me cruzo con seres humanos acordes (son los mas lo mas terrible es que son los mas) me voy con una misma frase en la cabeza:

evolucionemos de una vez por favor.

punto final

MuYilusa dijo...

jajajaja qué buena anécdota, oye prof cuida tu "orto"grafía, jajajaj, no vaya a ser que te lea un alumno o la rectora.