lunes, agosto 17

El Secreto de sus ojos

Tenía mis dudas sobre el filme de Juan José Campanella. Personalmente, detesto la mayoría del cine “costumbrista” (“Luna de Avellaneda”), plagado de emociones efectistas (“El hijo de la novia”). Pero con “El Secreto de sus ojos” mi visión sobre el director mencionado comienza a tornarse más benevolente. La película cuenta con un sinfín de elogios y todos desde diferentes perspectivas. Se trata de un policial que cuenta con abogados, jueces, fiscales, un violador-homicida, una chica asesinada. La narrativa se centra en los recuerdos que un funcionario judicial jubilado (Ricardo Darín = Espósito) tiene de un homicidio ocurrido 25 años atrás. Su intención es escribir una novela que reconstruya el traumático caso, tomando elementos tanto del pasado como del presente. Los flashbacks son recurrentes en “El secreto de sus ojos” y esto genera una dinámica interesante, en la cual el pasado se nutre de una agilidad física, mientras que el presente se tiñe de una apaciguadora interpretación de los hechos.

Quizás una de los mayores aciertos de Campanella sea el de provocar un gran suspenso (en algunos momentos inclusive terror) con una trama clásica de los policiales (el esclarecimiento total de un homicidio). La película genera interés y expectativa gracias a representaciones apasionadas, conflictivas, llenas de dudas y temores. La carga dramática en “El Secreto…”es provocada por diferentes factores. Por un lado, hay impactantes escenas que si bien rozan lo desagradable, pertenecen más a un logro terrorífico. Por otro lado, un contexto social-político oscuro (mediados de los 70´) hacen más denso el ambiente, al mismo tiempo que evita agobiar el relato. Las idas y vueltas de la historia son precisas y con el timming suficiente para generar intriga. Cuenta con un aspecto clave: Uno ve en Espósito un desasosiego tan grande que la inseguridad y los temores de él se transfieren hacia el espectador. En otras palabras, uno acompaña al personaje en su búsqueda por la aclaración del suceso sangriento.

Un irreconocible Guillermo Francella cumple un rol acertado en su caracterización como ayudante de Espósito. Le da al filme el tono cómico (y también tierno, en su hipotético sacrificio) con el cual “El secreto…” detiene su intenso relato para dar pasos de comedia. Dos cosas me pasaron con la interpretación de Francella. 1) Su papel me pareció bastante gracioso, aportando la cuota de humor que lo caracteriza, pero afortunadamente, más atado y no tan verborrágico como acostumbra ser. 2) De todas formas, en diferentes momentos, hay exceso de Francella, lo cual pasa a ser una piedra en el zapato para el elogiable espesor narrativo de “El Secreto”. No obstante, estas ocasiones son contadas con los dedos de una mano. Nada para lamentar en demasía.

Pablo Rago, interpreta al marido de la víctima y es, también, causante de la calidad del filme. Su ejercicio actoral es lo necesariamente preciso como para poder representar a un personaje herido y siniestro a la vez. Y el último disparo que inquieta y aturde lo realiza él, en una resolución que quizás muchos puedan mal entender como un “mensaje” negativo, pero que, en realidad lo que causa es un escozor mental, en el cual sensaciones extremas conviven entre sí y provocan un dilema moral de antaño. No puedo, ni deseo ser claro en este aspecto ya que al serlo arruinaría la percepción de alguien que aún no ha visto el filme.

“El Secreto de sus ojos” tiene muchos más elementos positivos para señalar que no son menores. La caracterización temporal-física de los personajes es perfecta (especialmente la de Pablo Rago), situaciones cómicas inolvidables y desencuentros amorosos entre Espósito y su superior (Soledad Villamil) hacen aún más disfrutable la película. Lo negativo: Además de algunos gags innecesarios de Francella o alguna caracterización forzada (el interrogatorio al violador-asesino), quizás el punto más flojo del filme sea el final, que desde una mirada no tan quisquillosa, puede ser obviada y no tomarla como “el final”. La sensiblería barata y una puesta en escena ingenuamente “romántica” no borran lo visto con anterioridad. Además, repito: Se puede ser menos puntilloso y entender que la resolución se produjo minutos antes de la toma final. Como dije anteriormente, el desenlace de la trama inquieta y pone de manifiesto un cúmulo de sensaciones encontradas. Quizás la frase de Pablo Rago se lleve la atención y crítica de muchos, pero, personalmente, creo que lo significante aquí es que “El Secreto…” apunta a lo tormentosa que puede ser una situación en la cual dos sensaciones radicalmente opuestas provocan una parálisis moral. Este es el final de la obra de Campanella. Los minutos posteriores a esta intensa escena no son más que vicios efectistas que, de todas formas, no dañan a un filme excelente.

1 comentario:

Silvio dijo...

Campanella sabe resumir en el personaje de Isidoro Gómez casi 200 años de historia argentina. El sentido crítico de la película no se pierde detrás de la trama policial/romántica, sino que se pone en evidencia con el correr de los minutos, con el aditamento de que nunca deja de contarse una historia, apasionante, bien ensamblada y con un altísimo nivel interpretativo.