viernes, diciembre 18

Menos X Menos = ¿Más?

Hace unas semanas, una noticia pasó desapercibida para la gran totalidad de los medios. Se trata de una situación que sospecho es una muestra de un problema bastante grave y al mismo tiempo provoca un dilema de difusa solución. En Catamarca, debido a los días perdidos (por paros y el receso originado por la aparición de la gripe A) el ministerio de educación habría “aconsejado” a las direcciones escolares que se extremen las medidas para que ningún alumno repita el año. Según Infobae, Catamarca es la provincia “que más jornadas de clase perdió este año (49 días)”. Dada esta situación, los docentes “aseguran que la directiva implícita es que nadie repita”.

No hace falta utilizar varios caracteres para denostar esta disposición anti educativa y perjudicial para los mismos alumnos. “Pan para hoy, hambre para mañana” podría ser una frase que caracterizaría de manera adecuada a esta medida ministerial. Si bien puede sonar monótono, también es insólito e indignante que este tipo de sucesos no ocupen los primeros espacios mediáticos-informativo y que sean remplazados por noticias efectistas y/o superfluas. Más teniendo en cuenta que no se trata de un hecho excepcional, sino que pareciera ser una regla muy preocupante.

Antes de leer la noticia ya había tenido algunas experiencias (narradas-observadas) en relación al deterioro educativo. Para ser más exacto, al trabajar en el ámbito de la educación (como un mero participante indirecto, disfrazado de auxiliar de portería) y tener una (hermosa) novia que es docente, de vez en cuando, noto (y me hacen notar) algunas cotidianeidades que aterran.

Un hecho vivenciado fue el ocurrido en el colegio donde trabajo, más precisamente dentro de rectoría. Mientras esperaba un dinero que la autoridad debía darme para realizar un trámite institucional, entra un profesor con un aspecto desolador. Al mismo tiempo que muestra una serie de hojas dice: “Mirá. Yo no sé qué hacer con esto”. El docente hacía alusión a los exámenes que había tomado. El 90% de ellos estaban en blanco o contenían frases como: “Tome la prueba otro día”, “No estudié”. Cabe señalar que, según las palabras del educador, se trataba de una prueba importante para la resolución de la materia. La rectora tomó con naturalidad el escenario planteado y comenzó con un discurso menos problemático y más orientado hacia las maneras de enseñar. Al ser ella docente, empezó a contar sus experiencias similares y los diferentes métodos usados para poder llevar a cabo la enseñanza. Antes estas palabras, el profesor recalcaba que él ya había transitado por esos caminos, intentando de varias formas transmitir los conocimientos, pero sin llegar a buenos resultados. La autoridad del colegio comenzó a divagar (era clara su intención de terminar la charla) y, en sus pocas frases concretas, seguía insistiendo con replantear los modos de instrucción. El docente se retiró. No pasaron diez segundos para que la rectora me mire y me diga: “Este profesor parece que comenzó a dictar clases ayer. Hace tiempo que existen estos problemas” No puedo citar textualmente porque no recuerdo bien las palabras utilizadas, pero la mujer comenzó a centrarse en la imposibilidad de exigir a los chicos en materia de educación. Su idea era clara. Ya traen conflictos desde la primaria, entonces no se puede esperar mucho. Hay que intentar trabajar con lo que se tiene y no pedir comportamientos utópicos. “Pero anda a explicarle esto a este profesor” fueron sus últimas frases sobre el asunto.

Si bien la primera reacción que me provoca esta idea (nivelar para abajo y no aspirar a grandes logros) es la de rechazo, también es cierto que una mirada más contemplativa podría señalar la preferencia de un alumnado mínimamente instruido, trabajando con las posibilidades reales del mismo y no “estorbando” ese camino con objetivos que, según esta línea de pensamiento, nunca podrán ser alcanzados bajo las condiciones en las cuales gran parte del estudiantado de clase media-baja se encuentra.

En otro colegio, ubicado en las inmediaciones de Chacarita, una docente conduce (desde mitad de año) un 5to grado que tiene los conocimientos y las actitudes similares a menores que cursan el 2do o 3er grado. Según mi corresponsal, sólo una alumna tendrá problemas para pasar de grado, ya que se trata de un problema insoslayable. Los demás tendrán sus notas “disfrazadas” para el agrado de las familias y el relajo de los directivos.

Tengo la seria sospecha de que estos dos casos no son numerados árboles sino que se trata del bosque en sí. Y también presiento que la línea editorial, bajada desde la dirección, que se basa en atenuar las exigencias, es postura mayoritaria en la docencia. “Estudia un tema de cada trimestre” le pide un profesor a un alumno que debe prepararse para rendir una materia adeudada. No por estudiar dos, tres o cuatro temas de cada trimestre el alumno, inevitablemente, progresará en su desarrollo educacional, pero (la exigencia del docente) es una muestra del camino elegido para llegar a la meta. Se opta por el más rápido, el más “lógico”, el que hace foco en las “posibilidades reales”. También será la vía que más baches presentará en el futuro, provocando, quizás, una reflexión sobre si era más importante llegar primero que llegar en buenas condiciones.

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