sábado, noviembre 14

Cortes de calle y huelgas: La mirada incompleta

En las últimas semanas, las protestas sociales fueron el encabezado en los medios de comunicación. Su enfoque estuvo centrado mayoritariamente en los métodos del reclamo y, en menor medida, en las razones del conflicto. Ya me expresé, en otras oportunidades, mi rechazo a la mayoría de noticieros que simplemente cubren el “caos del tránsito” (que no es menor) y olvidan el análisis y posterior reflexión sobre determinada problemática social. La desinformación y los intentos reduccionistas están al orden del día.

Ahora, una nueva frase se ha vuelto recurrente ante cada corte de calle o suspensión de algún servicio. Una caracterización que refleja lo peor del individualismo reinante en la sociedad. La gente ha pasado a ser “rehén” de las protestas laborales y/o sociales que, según esta idea, son problemas totalmente ajenos a la ciudadanía. Por este motivo, cualquier dificultad debería ser llevada a cabo sin tocar al resto de la población en su mínima atención. “Los derechos de uno termina donde comienzan el del otro” se escucha repetir, como loros o como alumnos que estudian de memoria para un examen, a muchas personas que quizás desconocen que las leyes tienen un importante grado de interpretación.

A pesar de lo expuesto, no voy a ser necio. Considero que los cortes de calles y/o rutas son medidas que conllevan muchos puntos grises ya oídos por todas partes. No es necesario ser un egoísta recalcitrante para notar que el perjuicio, en primera instancia, cae sobre la misma clase trabajadora al anegar los accesos. Con esto, no sólo se provoca un malestar lógico en las personas afectadas sino que también se daña un posible apoyo popular a determinada causa. Pero vuelvo a puntualizar: Quedarse sólo con esta faceta (o darle un espacio del 80% en la noticia) es una falacia que sólo atenta contra la (in)formación del televidente/lector/radio-escucha. Por otra parte, también es deleznable la manera en la cual ciertos periodistas preguntan y re-preguntan (acción que no la realizan con los políticos culpables de esta realidad) sobre si no existe otra manera de protestar sin perjudicar al automovilista, peatón o usuario de algún medio de transporte. Es irónico que estas personas (debería llamarlos colegas) no comprendan la lógica televisiva-radial-escrita que determina qué noticia se publica y cual no. En la actualidad, un reclamo es expuesto sólo si hay un gran número de damnificados. En otras palabras: Los obreros de Kraft estuvieron más de un mes reclamando por los despidos antes de cortar la Panamericana. Los medios hicieron oídos sordos y recién informaron cuando la panamericana fue cortada. Los docentes de la Provincia de Buenos Aires no existen cuando marchan a La Plata, exigiendo mejoras salariales.

Sí existen cuando cortan Callao, en dirección a la casa de la Provincia, ubicada en la Ciudad de Buenos Aires. Hay cientos de ejemplos similares, en los cuales la prensa es ciega, sorda y muda ante una problemática y sólo cede su tiempo cuando el conflicto estalló bajo cortes de ruta/calle.

Para finalizar este post sin mucha dirección, existe un pensamiento que no lo comprendo. Si un gran porcentaje de la población coincide en que la situación actual es crítica, porqué debería reinar la “paz social”, tan anhelada por los sectores “contenedores” (llámese la CGT o el mismo gobierno). Si uno lo pienso desde un plano lógico, es totalmente natural que existan convulsiones sociales en un país que se desangra con desocupación, magros salarios, condiciones laborales precarias, problemas en la educación y salud, inseguridad, entre tantos puntos. ¿Porqué, bajo estas condiciones, debería primar un ánimo pacificador y sumiso? Inmediatamente, se me viene a la cabeza una canción. Otra vez Morrissey y su perspicaz lírica. “¿Amor, paz y armonía? Muy bonito, pero quizás para el siguiente mundo”

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