Tengo que seguir aprendiendo. Al terminar la película me preguntaba cómo no deduje, al ver el tráiler o leer la sinopsis, el valor potencial de este filme.
“Las marimbas del infierno” es una película pintoresca, simpática, no más. Quien quiera agrandarla estará cometiendo una falacia singular, ya que si bien son loables varios momentos graciosos de la obra, en sí, el gusto que deja en la boca es a “nada”. La historia versa sobre una serie de personajes, a priori, muy distintos entre sí, quienes forman una banda heavy-metal incluyendo a Don Alfonoso, quien toca la marimba.
Por momentos, la película parecía evocar al antiguo “nuevo cine argentino”, con escenas pretendidamente cómicas y con la inclusión de actores no profesionales que en algunos casos suman, pero en otros restan significativamente. Vale mencionar la positiva candidez con la cual el director Julio Hernández Cordón encara este proyecto y, al mismo tiempo, agradece a quienes intentan hacer locuras en su país [Guatemala]. Pero esto no provoca más que una sonrisa y algunas que otras risas. Los orígenes sociales de cada uno de los personajes son “tocados de oído”, mientras que la comicidad se repite y pierde fuerza. De esta manera, “Las marimbas del infierno” no logra ir más allá de su amable argumento, dejando el preocupante humor a quienes consideraron que este filme participe de la competencia internacional.
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