viernes, abril 8

The Last Buffalo Hunt

“Que hijos de puta” es el primer pensamiento que uno puede tener al salir de la sala. Luego, cuando uno intenta racionalizar las ideas, entran en juego varios aspectos. El documental, dirigido por Lee Anne Schmitt, sienta sus bases en la idiotez humana, mejor dicho en una de sus manifestaciones.

Luego de una breve introducción sobre la historia de los búfalos [en Estados Unidos], la película se detiene en el seguimiento de un guía que presta sus servicios a cazadores en búsqueda del preciado animal. ¿Motivos? Simple diversión. De eso se trata la caza, una práctica estúpidamente caracterizada como deporte.

A pesar de las consideraciones hechas, “The Last Buffalo Hunt” va por otros carriles a los citados, ya que la cuestión central no es tanto la matanza del animal. No estamos frente a un documental hecho por la sociedad protectora de animales. Es más, no existe juicio valorativo explícito de parte de la directora, situación que hará ruido en nuestros oídos, pero, al mismo tiempo será bienvenido, ya que las imágenes dejan bastante material para realizar un análisis personal. El contexto en el cual estos aficionados [o profesionales] de la caza llevan a cabo su ejecución y las ideas que fundamentan el goce son el punto central de “The last buffalo Hunt”.

Anne Schimitt juega a mostrar el lado humano de una serie de personas amorales, al mismo tiempo que filma de que manera estos lugares retirados y vírgenes terminan convirtiéndose en una extensión más del capital, quien con exageración [innumerables pisos en un departamento] y cinismo [imágenes de indios en sus construcciones] viene a transformar en mercado un territorio inexplorado.

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