martes, marzo 3

Slumdog Millionaire

Sin buscarlo, he visto dos películas totalmente diferentes, pero con una similitud: No me gustaron. La particularidad es que, desde el inicio, estos dos filmes plantean objetivos muy distintos. Y la conclusión no es ningún hallazgo: No por indie es bueno, si tiene influencias de Hollywood es probable que no sea bueno.

Slumdog Millionaire: ¿Quiéres ser millionario?

Danny Boyle es un director bien reconocido por su filme de los 90´ llamado “Trainspotting”. En mencionada obra, Boyle narraba la historia de unos muchachos de Escocia, con sus costumbres, prejuicios y, principalmente, adicciones. La manera de llevar a cabo este cóctel violento era poética, perversa, cómica y también angustiante

Es increíble y decepcionante ver cómo Boyle dirige “Slumdog Millionaire”, una película hecha y derecha para el Oscar. Seguramente, el director obtendrá ese conocimiento que siempre le fue esquivo. Lamentablemente, el costo es alto, ya que “Slumdog” es un filme que cae en los peores pozos cinematográficos, que son los lugares comunes y la deliberadaza intención de dar un mensaje claro que toma por tonto al espectador.

Jamal es un joven hindú, quien se cría en la marginalidad junto a su hermano Sisam. En el país asiático, Jamal debe sobrevivir a todo tipo de peripecias que la India exige. Las imágenes de un país tan pobre como bello son un logro de Boyle. India es retratada desde dos facetas: Por un lado, el paisaje, la postal, lo no-humano y, por otra parte, la miseria, la crueldad, el estado de indigencia reinante y su sometimiento.

“Slumdog” tensa el nudo en este aspecto. Hay secuencias crudas y dramáticas, en las cuales el niño Jamal siempre mira hacia el frente con un optimismo fundamental para su supervivencia.

La otra faceta del filme dista de imágenes de cotillón. La India retratada como un país de ensueño (visualmente) y con posibilidades de tener una infancia marcada con experiencias de todo tipo. El complemento a esta temática del filme lo realiza un estudio de televisión de clara influencia occidental. La trama de “Slumdog” se sostiene sobre el juego televisivo: ¿Quieres ser millonario?, emisión que lo tiene a un adolescente Jamal contestando preguntas de interés general. Mientras más conteste correctamente, más dinero ganará.

De esta manera, durante la obra, el joven irá contestando

las preguntas, valiéndose de sus experiencias vividas de

chico. Danny Boyle, en los primeros minutos del filme, pareciera burlarse de este pseudo clima creado por un conductor ególatra y por una población entera que apoya, desde sus casas, al joven hindú. La confrontación climática entre las situaciones experimentadas (sufridas) por Jamal y el “nerviosismo” frívolo del programa de TV es violenta. El hindú contesta mucho y gana. Ante cada pregunta, las imágenes recurren a un flashbacks con el cual Jamal encuentra la respuesta correcta. Este recurso le da una dinámica importante a “Slumdog”, ya que los saltos del tiempo en la narración ayudan a contar de manera entretenida la vida del muchacho. De todas formas, es imposible no fruncir el ceño antes este hilo conductor “agarrado de los pelos” y repetitivo. Lo que comienza por ser una herramienta espontánea y fresca, deviene en un instrumento pesado y obvio.

Durante esta especie de “road-movie”, el amor también está presente. El protagonista, de niño, conoce a una nena llamada Latika. Danny Boyle comete aquí su peor y mejor acierto. Peor, desde el punto de vista artístico, ya que la historia de amor es llevada a cabo con alta redundancia argumentativa, previsible y pretendidamente ingenua.

Los sitios ya transitados son el fango en el cual Boyle lanza a la pareja, para que sus encuentros y desencuentros nada dejen de emotivo. Las tomas son típicas de telenovela tercermundista, repetidas hasta el infinito. Por otra parte, este segmento comentado tiene su lado positivo para el director. Es el camino seguro hacia las estatuillas. He aquí el lado positivo (para Boyle).

El último cuarto de hora final de “Slumdog Millionaire” se parece al camino que uno hace todos los días cuando se dirige hacia el trabajo. Antes de abrir los ojos, uno ya sabe hacia donde ir, cómo ir y de qué manera. Lamentablemente, la aparente crítica hacia una sociedad que vive a través de otras vidas ficticias, se cae a pedazos para dejar paso al final color de rosas que se vislumbraba desde que era capullo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suerte en el año III. Saludos!