lunes, abril 7

Beck: "Sea Change"

Según una cantidad importantes de oyentes, el disco "Blood on Blood" (de Bob Dylan) es una obra que representa mejor que ninguna otra, una ruptura sentimental. Aún no lo escuché, y tampoco creo que lo haga (nunca me atrapó el amigo Bob). Por lo tanto, y si bien sé que pueden surgir otras excepciones desconocidas, me puedo permitir presentar a “Sea Change” como “el” disco que transmite como pocos, los diversos estados de ánimo que caracterizan el final de una relación, en la cual hubo mucho fuego. Para no entrar en un terreno que no es el mío, sólo me limitaré a señalar que "Sea Change" fue compuesto durante un período en el cual Beck Hansen había finalizado un noviazgo de muchos años, y, por lo que se percibe en las letras, muy intenso.

Se ha remarcado que el álbum no se estaciona simplemente en la desazón causada por un corazón roto, sino que recorre diversos estados de ánimo, ya sea intentando levantar la cabeza y mirar hacia adelante, restándole (falsamente) importancia al asunto, sumergiéndose en oscuros y tensos ambientes, o simplemente aceptando el dolor, que al fin y al cabo, pasará. La tapa de "Sea Change" es un índice de la manera en la cual Beck llevará a cabo la dura tarea de transformar su pena: esto es, ofreciendo su rostro actual, que intenta buscar un punto fijo, recién afeitado, abatido, pero poniéndole el pecho a los puños habidos y por haber.

La sensación de lejanía y pérdida se empieza a notar en cuanto el disco suena desde su primer segundo con “The Golden Age”, desolada canción en la cual el músico estadounidense admite que “estos días apenas los pude pasar”. Es el inicio de un viaje difícil y minado, por tierras en las cuales “el sol no sale, incluso cuando ya es de día”. "The Golden Age", musicalmente, es un modelo de lo que será casi todo el disco. Guitarras y baterías en clave folk, que si bien no componen un adagio, si transitan de manera lenta y suave. Método entendible, cuando la finalidad del disco es encontrar un lugar seguro y hospitalario para los lamentos del artista nacido en Los Ángeles. Los teclados y los sintetizadores terminan de embellecer la idea musical que Beck ejecuta en "Sea Change", a la cual, se la podría definir como un “dream-folk”. “Guess i´m doing fine”, es quizás una de las canciones que mejor representa el estado de ánimo del norteamericano. “Son sólo mentiras que estoy viviendo….Son sólo lágrimas las que estoy llorando….Es sólo a vos que te estoy perdiendo…..Supongo que estoy haciendo lo correcto”. Entre tanta negatividad, hay un pequeño destello positivo: “Rosas amarillas en el cementerio….No tengo tiempo para verlas crecer”, canta Beck, quizás con una energía que empieza a liberarlo.

Pero por ahora son sólo señales tenues, ya que el siguiente track, llamado “Lonesome Tears”, las resonancias se vuelven tensas y espesas. Una gran nube negra cubre la totalidad de la canción, con cuerdas en crescendo que amenazan desde la oscuridad, y con un cantante ahora sumido en la desesperación (siempre algo controlada) preguntándose como hacer para que “este amor” pueda cambiar su vida. Los últimos minutos de "Lonesome Tears" son caóticos. Podría describirlo, pero es mejor escucharlo y ganar (se) una sorpresa. Todo caos tiene fin. Aunque sea momentáneo. “Lost Cause” es el respiro del disco. Un luz necesaria que entra y nos hace ver otras realidades, además de la conflictuada. Dicho resplandor es causado por inocentes y silvestres guitarras que recrean un sonido bucólico y sitúan un contexto apropiado para textos más livianos y menos dramáticos: “Baby you're lost...Baby you're lost...Baby you're a lost cause...I'm tired of fighting...I'm tired of fighting...Fighting for a lost cause

Pero por ahora son sólo señales tenues, ya que el siguiente track, llamado “Lonesome Tears”, las resonancias se vuelven tensas y espesas. Una gran nube negra cubre la totalidad de la canción, con cuerdas en crescendo que amenazan desde la oscuridad, y con un cantante ahora sumido en la desesperación (siempre algo controlada) preguntándose como hacer para que “este amor” pueda cambiar su vida. Los últimos minutos de "Lonesome Tears" son caóticos. Podría describirlo, pero es mejor escucharlo y ganar (se) una sorpresa. Todo caos tiene fin. Aunque sea momentáneo. “Lost Cause” es el respiro del disco. Un luz necesaria que entra y nos hace ver otras realidades, además de la conflictuada. Dicho resplandor es causado por inocentes y silvestres guitarras que recrean un sonido bucólico y sitúan un contexto apropiado para textos más livianos y menos dramáticos: “Baby you're lost...Baby you're lost...Baby you're a lost cause...I'm tired of fighting...I'm tired of fighting...Fighting for a lost cause

Pero no. Siguen siendo diminutas ráfagas positivas. Aún falta una buena distancia para la redención. Por el contrario, "End of the day" (mitad del disco) vuelve a la carga con un espectro acompasado y displicente, sumamente disfrutable, si uno lo percibe “desde afuera”. Vuelven las nociones de distancia y un cantautor que llega a la conclusión de que esta pena no es nada que no haya experimentado en otros momentos, aunque, por otra parte, lo sigue mortificando como en las otras ocasiones. Y cayó. La inestabilidad emocional que pronosticaba una caída se oye en “It´s all in your mind”, pieza en la cual, un inocente y abatido artista se lamenta, por no haber podido transformarse en un mejor amigo. Beck no necesita de climas manifiestamente melancólicos. Puede sonar reiterativo, pero es dable aclarar que las melodías de "Sea Change" emanan su tristeza a través de hermosas composiciones, y no al revés. Llega “Round the Bends”, canción de extrema espesidad, en la cual Beck cierra las cortinas para que no entre ni un mísero rayo de luz. Una cueva en la cual intentará hallarse así mismo.

Luego de tal cerrazón, viene la lluvia. Pero en este caso, mencionado aguacero provocará un paisaje, en apariencia, más esclarecedor. "Sunday Sun" y "Little one" son las precipitaciones de un Beck épico, que canta desde un pedestal con enorme desesperación, casi pidiendo auxilio. Y el socorro llega. En pequeños fragmentos. En una simple frase de un virtual amigo. “Déjalo pasar al otro lado del río, es lo que un amigo podría decirme”, recita Beck, mientras dos guitarras acústicas calman al compositor norteamericano, quién se decide terminar su disco, al mismo tiempo que pareciera querer comenzar a salir del calvario emocional. "Side of the road" concluye la dolorosa (y encantadora) obra de un joven muchacho que pudo transformar su pena en un diamante multicolor, sensible y perdurable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no se si tuviste la oportunidad de ver el documental de Joy Division y el doc de Glastonbury en el Bafici. Unas joyitas imperdibles.
saludos

youth dijo...

Al de Joy Division le tenía ganas, pero no pude con la primera función (muy temprana) y creo que sea agotó para la otra. Y Glastonbury suena interesante....Pero creo que las bajaré. Al Bafici, me parece que hay que sacarle el jugo con las pelis orientales!!!:..ja!.....Saludos Norris!!!!