domingo, abril 11

El Charles Bronson chileno (o idénticamente igual)

Esta obra fue realizada en 1982 y cuenta la historia de Fenelón Guajardo López, un hombre que se presentó a un concurso de “parecidos” en el programa chileno “Sábado gigante”. Su parecido al actor estadounidense Charles Bronson no sólo decretó su triunfo en el festival, sino que también fue el comienzo de una fama inesperada. Su manera de narrar historias lo terminan por convertir en un personaje entrañable, querible y muy gracioso.

Hay muchas maneras de elogiar al documental de Carlos Flores del Pino. Principalmente, es meritoria la manera en la cual el director no se conforma con retratar a un personaje único, como lo es Fenelón, sino que su “mano artística” se nota en el filme. Las decisiones del realizador preparan el terreno para que el Charles Bronson chileno se explaye, cuente sus anécdotas, exagere de manera desopilante. A veces la cámara lo toma a él, otras se aleja y retrata la mirada de los otros. Pero, claro está, todo gira en torno a Fenelón, un personaje que se transforma en una causa popular y nacional, con los peligros que eso implica (y que se muestran de manera “invisible” en el documental).

Por otra parte, como bien señaló Sergio Wolf (director del BAFICI) antes de comenzada la película, “El Charles Bronson chileno” fue una realización novedosa para su tiempo, debido a su intención de mezclar contenidos ficcionales dentro un documental, una práctica muy en boga en la actualidad.

Hacia el final de la obra trasandina, Del Pino define un adjetivo (dudo que en aquel tiempo se utilizara) que siempre es complejo explicarlo mediante palabras: Bizarro. Así se pueden describir los últimos minutos de “El Charles…”, en el cual el director chileno cubre los entretelones de la película que quiere llevar a cabo Fenelón. Travestis, mujerzuelas y forasteros integran el último cuarto de hora imperdible.

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