Petition

Es admirable ver el trabajo que se tomó Zhao Liang para realizar “Petition”, un documental sobre cómo el poder judicial y político chino se contradice a sí mismo, marginando al sector más vulnerable de la sociedad. Petition era una minúscula ciudad. El estado arrasó con sus construcciones y la transformó en el sitio donde alberga el Departamento de Reclamos Central, un organismo público que recibe las demandas de ciudadanos que agotaron todas las instancias legales en sus municipios.

Al principio del filme, se caracteriza a esta dependencia como una especie de tirón de orejas de parte del gobierno nacional hacia los provinciales. Mientras transcurren las historias de los peticionarios, notamos como, poco a poco, esta idea va perdiendo sentido.

Las personas que viajan de muchas partes de China para peticionar no sólo tienen que enfrentar a un sistema burocrático, sino que también deben preocuparse por conseguir una vivienda temporal (dormir en las calles es una de las opciones) y escapar de los “perros cobradores”, mafiosos que son enviados por los gobiernos locales con el fin de localizar a los peticionarios oriundos de determinado distrito.

En el caso de que los reclamantes sorteen estos obstáculos, estarán preparados para enfrentar un último (y eterno) paso: El Departamento de Reclamos Central, con sus empleados aptos para denigrar a los peticionarios y policías que primero golpean y luego preguntan.

El realizador chino tomó imágenes desde 1996 hasta el 2003, motivo por el cual “Petition”, además de retratar la ineficiencia y desigualdad jurídica en un plano general, también lo hace de manera particular con una historia conmovedora. Qi peticiona desde hace diez años por la misteriosa muerte de su marido. Mientras pasan los años, el documental registra la vida de la mujer y su hija, quien en lugar de asistir al colegio acompaña a su madre en la utópica misión. Pero el tiempo pasa y la niña no sólo cambia físicamente, sino que también se actualizan sus pensamientos y sensaciones.